Comentario
De la población del río de San Juan, y de cómo no pudo mantenerse, y de la pérdida de la Galera
Después que el General Domingo Martínez de Irala volvió de la Mala Entrada, propuso a los Oficiales Reales la grande importancia que había de tener poblado un puerto para escala de las embarcaciones en la entrada del Río de la Plata; y de común acuerdo determinaron se fuese a poblar, y para ello nombraron al Capitán Romero, hombre principal y honrado, con ciento y tantos soldados. Salió de la Asunción en dos bergantines hasta ponerse en el paraje de Buenos Aires; y tomando a mano izquierda a la parte del norte, pasó por junto de la isla de San Gabriel, y entró por el Río de Uruguay, donde a dos leguas surgió el de San Juan, y allí determinó hacer la fundación que les estaba cometida, para la que nombró competentes Oficiales y Regidores, llamándola la Ciudad de San Juan, de que tomó nombre aquel río. Pasado algún tiempo los naturales de aquella tierra procuraron impedir la fundación, haciendo muchos asaltos a los españoles, de modo que no les daban lugar de hacer sus sementeras. Por cuya causa y la del poco socorro que tenían, padecían grande necesidad y hambre, y haciéndole saber Juan Romero a Domingo de Irala, fue acordado despachar una persona de satisfacción, para que viese y considerase el estado de este negocio, y las dificultades que se ofrecían, y a la vista se hiciese lo que más conviniese, para los cual salió Alonso Riquelme de la Asunción en un navío, que llamaban la Galera, con 60 soldados; antes de llegar al río de las Palmas entró por el de las Carabelas, que sale al del Uruguay, poco más adelante que el de San Juan, y atravesando aquel brazo, llegó a este puerto con mucho aplauso de la gente, la cual halló muy enflaquecida, desconfiando ya de poder salir de allí con vida por los continuos asaltos que les daban los indios, cuyas causas y otras de consideración bien vistas ocasionaron acordar desamparar el puesto; y metiéndose toda la gente en navíos que allí tenían, subieron río arriba. Una mañana aportaron en unas barranqueras altas y peinadas, donde determinaron descansar y comer, y estando sobre la barranca, haciendo fuego con 15 ó 16 personas, súbitamente se desmoronó y cayó al agua, llevando a los que estaban arriba, los cuales todos se ahogaron y murieron, con tal estrépito, que alteró toda el agua del río, y con tan violento movimiento que la Galera, que estaba cerca, fue trastornada, como si fuera una cáscara de avellana, y quedó con la quilla para arriba, y se fue por debajo del agua más de mil pasos río abajo, hasta que topó el mástil en un bajío, donde en una punta se detuvo, y llegada la gente la volvieron boca arriba, y hallaron dentro una mujer, que quiso Dios conservarla con vida todo este tiempo. No era menos el peligro que los demás padecieron con los indios enemigos, que al mismo tiempo los acometieron, que habían estado a la mira, esperando ocasión de hacerles daño; y peleando con ellos con gran denuedo, les resistieron y rechazaron, que con el favor de Dios y la buena diligencia del Capitán fueron libres de tan manifiesto peligro. Esto sucedió día de todos los santos del año 1552: otras veces en igual día han sucedido en esta provincia grandes desgracias y muertes, por cuya razón es ésta una fiesta temida y muy guardada en toda la provincia, y aun la víspera y el día siguiente, sin hacer cosa alguna, aunque sea muy precisa.